Áquel día, cuando la madre de El Lápiz murió, este tomó el teléfono y llamó a su padre.
El pequeño lloraba a raudales.
-“Pa ´ , mamá murió”, le balbuceó Avelino Junior Figueroa Rodríguez, el verdadero nombre de El Lápiz, a su padre, el hoy oficial de policía Andrés Avelino Figueroa Guzmán.
Fue un momento difícil para los dos Avelinos, uno un correcto policía dedicado a enfrentar el mal desde la perspectiva de la honestidad y el sacrificio;, el otro un chico al que pronto la fama le sonreiría de la mano del rap, “un género” que, con el tiempo, le ha servido para revelar su verdadero yo. El que mantenía oculto.
“Lo veo y no lo reconozco. Ese no es el muchacho dulce, amable, estudioso y juguetón que yo conocí. Ese es otro. Está lleno de arrogancia, sobre todo después que se ha juntado con las gentes de Top Dollar y Bibi (ejecutivo de la disquera)”, dice Avelino padre.
Los ojos se le llenan de ternura y después de lágrimas a este oficial de 25 años de carrera policial, a la que ingresó después de ser obligado por su padre a ser soldado de la Fuerza Aérea Dominicana, en 1983, cuando El Lápiz nació “para que mantenga a su muchacho”.
Figueroa Guzmán se hizo bachiller en el Liceo Fabio Amable Mota, de Los Mina, el mismo centro educativo donde años después estudió su hijo.
Ninguno de los dos pudo concluir su carrera. El padre porque se dedicó a las armas y a la policía para mantener a su hijo; y este porque prefirió el mundo del arte. Uno sería abogado, el otro contable.
Este oficial de Policía es querido y respetado entre sus compañeros por su conducta intachable.
Después de todo, estuvo durante muchos años en el Departamento Felicidad y en el Destacamento del Ensanche Ozama.
Allí todos conocen al Lápiz. Aquel muchacho que iba una y otra vez en su bicicleta Shoper a ver al papá para pedirle dinero con qué ir a la universidad, comprar algún libro o cualquier otra cosa.
Tal vez por eso no le levantaron cargos cuando hace varios meses escenificó un incidente con otros policías en el Ensanche Ozama. Lo reconocieron: “es el hijo de Avelino”.
Avelino padre siempre ha vivido en penurias. Después de todo, los policías que viven de su sueldo la pasan mal. Y el padre del Lápiz vivía y vive aún de su sueldo. Por eso nunca pudo comprarle un carro, pero sí le aseguró educación, medicinas, ropas, cariño y juguetes en los días de reyes.
Sin embargo, dice que “Avelino (El Lápiz) me trata hoy como si yo fuera su peor enemigo,; no responde mis llamadas y me trata con desprecio”.
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